Pelar y picar la cebolla y el ajo finamente. Poner 4 cucharadas de aceite en una sartén y sofreír la cebolla y el ajo sin que se quemen.

Abrir la lata de sardinas y reservar la salsa de tomate en un recipiente. Quitar el hueso de las sardinas y desmenuzarlas con un tenedor.


Cuando la cebolla comience a dorarse, añadir la harina y cocinar la mezcla unos minutos.

Añadir las sardinas a la mezcla de la harina e integrar todo muy bien para obtener una preparación homogénea. Añadir una pizca de sal y pimienta negra molida.

Añadir un poco de leche poco a poco sin dejar de remover. Es necesario obtener una masa cremosa que estará lista cuando se despegue con facilidad de la sartén.

Es importante tener en cuenta que la mezcla se espesa un poco al enfriarse. La mezcla no debe quedar demasiado líquida pues después no se pueden armar las croquetas.

Dejar que la masa se enfríe un poco. Cubrirla luego con papel vinipel y guardarla en la nevera, preferiblemente toda la noche.

Al día siguiente, retirar la masa de la nevera: poner en un recipiente el huevo batido y en otro la miga de pan.  Formar las croquetas, pasarlas por el huevo batido y luego por la miga de pan.

Repetir el procedimiento con cada una de las croquetas que deben freírse en aceite caliente.

Sacar las croquetas cuando estén doradas y ponerlas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de grasa.

Servir las croquetas acompañadas con salsa de tomate.